Microbiota y cerebro
Dra Laura Moles y Dr David Otaegui - Unidad de Neuroinmunología, Instituto BioGipuzkoa - Aubixaf.org
Llamamos microbiota intestinal al conjunto de microorganismos que viven en nuestro intestino constituyendo un complejo ecosistema formado por cientos de microorganismos que habitan nuestro intestino y que juegan un papel determinante en el desarrollo de nuestro sistema inmunitario y en el adecuado funcionamiento de nuestro metabolismo.
Hace años pensábamos que vivían en nuestro intestino de manera simbiótica, hacían algo por nosotros y nosotros les dábamos cobijo. Los últimos años se han dedicado muchos proyectos de investigación a entender mejor la relación de la microbiota con nuestro organismo y gracias a ellos nuestra percepción ha cambiado hacia un modelo en el que este ecosistema es un órgano más de nuestro cuerpo con una relación con el resto de órganos y por tanto con nuestro estado de salud mucho más profunda e íntima de lo que se pensaba. Además, podemos pensar que si la microbiota es un órgano más de nuestro cuerpo, es el órgano que más ha cambiado en el último siglo, ya que nuestra dieta ha cambiado sustancialmente en este periodo. Son muchos los cambios demográficos y de hábitos que han tenido lugar en la población, especialmente en los últimos 100 años. La urbanización, la industrialización de la agricultura y ganadería, la globalización, el uso abusivo de antibióticos y la incorporación de la mujer al trabajo han tenido un gran impacto tanto en la producción de alimentos como en nuestras dietas. Hemos pasado de dietas ricas en productos vegetales y fibra en las que las comidas se elaboraban y consumían en el hogar y el procesamiento de alimentos se limitaba a fermentaciones, salmueras o salazones y tratamientos físicos, a una dieta cada vez más densa en calorías, rica en grasas y proteínas de origen animal y sobre todo en alimentos procesados y ultraprocesados (que abusan del uso de azúcares, sales y grasas de baja calidad), en la que pierde importancia la elaboración de alimentos y ganan terreno los productos precocinados o listos para el consumo.
Como ecosistema, la microbiota tiende de forma natural a un equilibrio ecológico y es por tanto un sistema dinámico y armónico entre seres vivos y ambiente capaz de compensar las pequeñas alteraciones que le afectan. Son muchos los factores que condicionan la composición de la microbiota, desde nuestra genética a la exposición a contaminantes ambientales o tratamientos antibióticos, los hábitos alimentarios, nuestra forma de vida e incluso la edad.
Normalmente, los cambios en estos factores dan lugar a alteraciones temporales en la microbiota; pero, pueden alterarla de forma permanente dando lugar a problemas en este delicado equilibrio, llamamos disbiosis a esa falta de equilibrio, propias de la enfermedad cuando son sostenidos en el tiempo.
Algunas de las enfermedades que se asocian a esta disbiosis en la microbiota son cada vez más frecuentes y muchos estudios apuntan a que este aumento puede deberse, al menos en parte, a los cambios en la alimentación y los hábitos de vida de la sociedad actual y a la alteración de la composición y diversidad de la microbiota intestinal que estos cambios conllevan.
Los avances tecnológicos han facilitado el estudio de la microbiota y cada día son más las enfermedades que se relacionan con alteraciones en su composición. Entre ellas destacan las afecciones gastrointestinales, como colitis, obesidad o síndrome del intestino irritable, neurológicas como Alzheimer, autismo o esclerosis múltiple; las enfermedades del sistema inmunitario, como alergias y enfermedades autoinmunes y algunos tipos de cáncer.
¿Y cómo se puede estudiar esto?, lo que estamos haciendo desde los grupos de investigación es recopilar muestras de heces de los individuos con las enfermedades que estamos estudiando (principalmente esclerosis múltiple y demencias). En estas muestras podemos estudiar mediante técnicas de secuenciación de ADN, la distribución de los microrganismos. Una de las características de la microbiota es que es muy variable entre individuos, por lo que para tener una idea fiel de lo que está pasando en una enfermedad, tenemos que estudiar muchos individuos. Con estos datos hemos podido establecer que efectivamente la microbiota de las personas con esclerosis múltiple es diferente a la microbiota de gente de la misma edad y sexo sin la enfermedad. Otros estudios han demostrado implicación de la microbiota en diferentes patologías neurológicas, como demencias, Parkinson o Alzheimer.
Aunque todavía tenemos que comprender mucho mejor la implicación de la microbiota en estos procesos es muy tentador pensar en maneras de cambiar esta microbiota o de influir en su composición. Para ello las estrategias más conocidas son cambios en la dieta, el uso de probióticos, prebióticos e incluso en casos concretos hay estudios que investigan sobre el trasplante de heces.
Los estudios de los cambios hacia una dieta más saludable, volviendo a una dieta mediterránea, demuestran un impacto positivo en la sintomatología. Hay estudios en marcha que ahondan en estos efectos y que esperemos den resultados interesantes en breve.
Cuando hablamos de probióticos, nos referimos a microrganismos vivos que al ingerirlos pueden impactar en el ecosistema de manera beneficiosa. Hay que incidir en que estos probióticos deben ser diseñados específicamente para cada patología, y por tanto se necesitan más estudios para que esta línea de intervención avance. Los prebióticos son sustratos (alimento) que favorecen el crecimiento de determinados microorganismos. De nuevo, la intervención tiene que ser específica para cada patología y requiere de mayor investigación.
El estudio de la microbiota y su modulación en la neurodegeneración es un campo de investigación novedoso y atractivo, que necesita tiempo para que lo descubierto se replique y se asiente, pero que creemos que va a dar muchas sorpresas en los próximos años, mientras tanto, lo que podemos asegurar es que cuidar un poco nuestra dieta nos va a ayudar a afrontar los retos del envejecimiento y la neurodegeneración.