Esas cosas increíbles de la memoria: qué se nos olvida y de qué nos acordamos siempre
oct, 2021
La "culpable" de esto es la evolución de la memoria a lo largo de la historia de la humanidad. Un factor vital para permitir la supervivencia de la especie que entenderemos solo con poner un ejemplo: si la primera vez que nos acercamos al fuego nos quemamos, la memoria permitirá que recordemos ese momento para no volver a repetirlo. Y así con (casi) todo.
Esto tiene que ver con los tipos de memoria existentes. Hay muchas teorías al respecto, pero la más aceptada a nivel científico es la que formuló el norteamericano Larry Squire a finales del siglo XX. Squire distinguió entre memoria declarativa y memoria no declarativa, afectando cada una de ellas a diferentes aspectos de la vida y teniendo características distintas.
Tipos de memoria
La memoria declarativa se encarga de los recuerdos autobiográficos acumulados en nuestra vida y de los conocimientos que adquirimos y depende a nivel anatómico de la integridad del lóbulo temporal medial. Por su parte, la memoria no declarativa es la que se encarga del aprendizaje de habilidades motoras, como conducir o montar en bicicleta, que se adquieren con la experiencia. Anatómicamente, depende de estructuras subcorticales.
Al estar ante dos tipos de memoria diferente, hay distintos resultados a la hora de enfrentarse a los diversos procesos que aparecen en la vida. Será diferente la respuesta de uno u otro tipo de memoria ante una situación patológica como puede ser la demencia o ante un proceso no patológico como puede ser el envejecimiento. El comportamiento es distinto. Resumiéndolo todo mucho, la memoria declarativa que engloba los recuerdos autobiográficos de la persona es mucho más frágil que la no declarativa. Por eso, una persona que sufra una demencia podrá recordar cómo tocaba el piano cuando era joven y, de hecho, será capaz de tocar una canción, pero será incapaz de acordarse de lo que desayunó esa misma mañana.
Pero, además de las diferencias que hay entre la memoria declarativa y la no declarativa, existen otros factores que pueden jugar un papel decisivo en lo que una persona recuerda y en lo que olvida. Y uno de los factores más importantes es el contenido emocional de las experiencias vividas: cuanto más te emociones, más fácil será acordarse de ello.
Recuerdo y olvido
Los expertos consultados por la BBC se muestran de acuerdo al afirmar que los recuerdos que tienen un "alto contenido emocional permanecen más tiempo en nuestra memoria". El día de nuestra boda, el nacimiento de un hijo o el día que entraste por primera vez en tu nueva casa son solo algunos ejemplos de recuerdos emocionales que son difíciles de olvidar.
Eso sucede porque nuestro sistema emocional traslada a nuestra memoria la importancia que le damos a una determinada experiencia, ya sea positiva o negativa. Por eso también es posible que recordemos las últimas palabras de un ser querido antes de su muerte o una situación dolorosa que nos marcara en un determinado momento de nuestra vida. Otro factor al que los investigadores conceden una gran importancia es la atención que prestamos a un determinado acontecimiento. Por ejemplo, si no encontramos el teléfono en casa no solo se debería a nuestra mala memoria, que podría ser, sino que es posible que se debiera a la falta de atención que pusimos cuando lo usamos por última vez, posiblemente porque estuviéramos centrados en otra cosa: una conversación, una noticia importante en la televisión, vestirnos para ir al trabajo, etc.
Puedes recordar cómo tocar el piano, pero no qué desayunaste esta mañana.
Los expertos señalan que los recursos atencionales no son infinitos y, por tanto, no podremos hacer varias cosas a la vez y recordarlas todas. Hay personas que sufren más fácilmente ante esas distracciones, mientras otras son capaces de gestionar esos recursos cognitivos y, por tanto, recordarán mejor dónde dejaron el teléfono la última vez o qué desayunaron esta mañana.