Un fármaco anticoagulante frena el alzheimer en ratones
Oct, 2019
“A principios del siglo XX, Alois Alzheimer ya la describió como una enfermedad vascular. El daño neuronal se descubrió más tarde. Y nos habíamos olvidado de esta faceta, que el alzheimer también es una enfermedad vascular”, apunta Valentí Fuster, uno de los autores de la investigación y director del CNIC.
El resultado en ratones no significa que ya se pueda utilizar para alzheimer este medicamento. Con dabigatrán se tratan millones de personas que necesitan anticoagulantes y a los que no les van bien los clásicos, como el Sintrom. “Ahora tenemos que ratificar los resultados en otros animales mayores, pero el paso a humanos no debería ser muy largo ya que es un medicamento bien conocido”, explica la primera autora, la neurocientífica Marta Cortés. El estudio se publica en la revista Journal of the American College of Cardiology (JACC).
La relación inversa entre la salud vascular del cerebro y la demencia se observa desde hace años en estudios epidemiológicos: por ejemplo, pacientes con fibrilación auricular que toman anticoagulantes de forma continuada tienen menos demencias que la media.
En el cerebro con alzheimer hay tendencia a coagular demasiado
Los ratones diseñados para desarrollar rápidamente alzheimer dieron una pista importante: “tienen tendencia a coagular. Lo vimos en el laboratorio y lo comprobamos también en las muestras cerebrales de enfermos de alzheimer que hay en biobancos”, explica Marta Cortés. En esos cerebros, humanos y también en los ratones, hay un aumento de fibrina, una proteína que circula por todo el cuerpo para taponar hemorragias con ayuda de las plaquetas. “Pero en los cerebros con alzheimer ese aumento de fibrina crea tapones en lugares innecesarios y en los capilares del cerebro eso es muy grave. En el cerebro no se acumula energía, necesita que la sangre fluya continuamente y sin obstáculos para recibir nutrientes, oxígeno. Y si hay un tapón, por pequeño que sea el vaso, allí no llegan”, aclara la investigadora.
Y esa disminución del riego sanguíneo ya existe en fases de la enfermedad en las que aún no hay síntomas: “un 30% menos de perfusión. Por eso pensamos en este ensayo con anticoagulantes”. Y el CNIC lo hizo suyo. Eligieron dabigatran porque tiene menos riesgo de hemorragia que otros.
Primer éxito
Al cabo del año de ensayo, los ratones no habían perdido la memoria
Al cabo del año de ensayo, los ratones no habían perdido la memoria. “Encontraban la salida en las pruebas . Su conducta no estaba afectada”, señala Valentí Fuster. “Tampoco quedó afectada la perfusión sanguínea. Y el resto de síntomas se redujeron un tercio”, concreta Cortés. Por ejemplo, las placas de amiloide, la principal señal del alzheimer, estaban menos extendidas (un 23% menos) que en los ratones para comparar, los llamados control, que no toman medicamento.
“También se mantuvo intacta la barrera hematoencefálica, el filtro que hace que no entre en el cerebro más que lo que necesita y no se quede lo que no necesita. Algo muy importante en esta enfermedad, porque indica que funciona el sistema de limpieza, que también se estropea en el alzheimer”. El medicamento igualmente produjo efectos en la inflamación, un fenómeno que se pone en marcha para proteger al cerebro de esas placas, pero que luego se desboca y no deja de actuar, provocando efectos contrarios.
Tratamiento futuro
Los expertos piden prudencia: pasar de ratón a humano es un salto enorme
Están convencidos de que conocer en mayor profundidad esta faceta vascular del alzheimer, una enfermedad muy compleja y con muchos actores que intervienen a lo largo de mucho tiempo, permitirá nuevos diagnósticos de riesgo, más certera prevención y posibles tratamientos que frenen la progresión. “Pero hay que ser muy prudentes. Pasar de ratón a humano es un salto mayor de lo que parece”, advierte José Luis Molinuevo, director científico de la Fundació Maragall, que califica el hallazgo de un gran paso en el conocimiento de la enfermedad.
Marta Cortés y su equipo trabajan actualmente en un biomarcador no invasivo (un elemento que permita detectar ese mal estado vascular del cerebro en un análisis de sangre, por ejemplo). Creen que detectar con precisión ese estado de coagulación excesiva permitirá plantear tratamientos controlados. “Hay que luchar por varias vías a la vez. Pasan muchas cosas al mismo tiempo en esta enfermedad. El diagnóstico y el tratamiento deberán ser individualizados para tratar de un modo acorde a cada caso”.
Otra conclusión que los autores sacan de su estudio es que “todos los enfermos de alzheimer tienen que prevenir factores de riesgo vascular. Porque con alzheimer o no, lo cierto es que la hipertensión, el colesterol elevado o la diabetes inciden en el cerebro y pueden generar demencia”, advierte Valentí Fuster. Hallar el nexo entre cerebro y corazón en enfermedades neurodegenerativas será, a juicio de Fuster, uno de los retos de las próximas décadas.